HAPTONOMÍA
Para este otoño me gustaría compartir un descubrimiento reciente.
A raíz de mi embarazo, tuve la suerte de descubrir la haptonomía.
La conozco gracias a mi ginecóloga, Arianna Bonato con quién hice sesiones durante mi estado de buen a esperanza y junto con mi pareja.
El doctor Frans Veldman, médico holandés, a partir de sus experiencias y observaciones durante la Segunda Guerra Mundial y durante más de 70 años de práctica llegó a fundar esta ciencia de la afectividad. La haptonomía.
Los afectos van desde el inicio de la vida, la concepción hasta la muerte.
Lo que me ocurrió ya desde el inicio de las primeras sesiones fue el darme cuenta de que hasta ahora mi exploración se quedaba detenida en la palabra SENSACIÓN. Y eso que yo sentía que ya había experimentado el mundo de la piel, el del contacto y el de las sensaciones. Debido principalmente a todo mi trabajo con la metodología de voz Linklater y a otras más, tales como: el movimiento somático BMC (body mind centering), la técnica Alexander y Feldenkrais y por qué no la danza. Gracias a ellas cambió mi manera de estar en la vida y mi manera de tocar el espacio, al otro, en este caso a mi alumno y a mí misma.
Pues a mí me faltaba llevar el SENTIMIENTO allí donde está la sensación. Y esto es lo más grande y revelador que me ha traído la haptonomía. Llevar el sentimiento de ternura y protección allá donde van mis manos, ya sea abrazando a mi hija dentro de mi panza, o por decirlo más haptonómicamente, dentro de mi regazo o tocando a mi pareja o a mí misma.
Y me pregunto ¿Qué hace la diferencia? Yo creo que entra un plano más, el de la emoción, no solo el físico, el imaginario también. Yo al ser actriz, inmediatamente me aparecen muchas imágenes. Y lo más revelador que en el mundo sensorial me aparece una cualidad blanda, porosa, profunda y fácil al llevar ese sentimiento ahí. Y en mi caso es muy pero que muy importante estar en contacto con estos atributos. Y por terminar de ir un poco más allá. ¿Qué me traen estos atributos? VULNERABILIDAD. Me hacen esponjosa hacia mí misma, el otro y el espacio. Cosa que en mi caso no es tan fácil acceder así como así. Y es justo lo que busco en mis clases, en mis interpretaciones, en mi vida en general, estar abierta.
Otro gran descubrimiento ha sido el prolongar mi contacto. No solo toca mi mano sino mi brazo, hombro… y prolongar el contacto de la otra persona que me está tocando. Alargarlo hasta sus pies, el suelo o más allá del cielo y el de alargarme yo hasta mis pies o hasta mi base. Algo parecido había explorado con el BMC y fue revelador entonces. Esto de que yo toco al otro y soy tocada por el otro, que nada es unidireccional pero aquí hay un paso más allá que incluye todo el cuerpo, toda la unidad que somos. Es decir, aparece un sentimiento de unidad, de redondez, de completud que me hace decir: “¡Oh! Ahora sí que sí estamos aquí Tú y Yo”.
El nivel de presencia se hace carne.
Otra cosa que para mí ha sido muy importante es como entra en juego la RESPIRACIÓN aquí. Con mi trabajo de voz, no me suele gustar que me dirijan el aire. Diciendo ahora inhala y ahora exhala, al estilo del yoga. Mi manera de trabajar es dejar libre la respiración natural. Que el aire entre y salga a su aire y que cuente lo que está pasando a nivel físico, emocional y mental o espiritual, pues me encuentro que en haptonomía es así también. Dejar libre la respiración, no añadir ninguna pauta, así que ahí me sentía como en casa.
Y por último tuvimos una sesión en relación al ESPACIO, para integrarlo y abrirme a él, abrazarlo a través de la prolongación y de la vulnerabilidad en la que te coloca. Pero no solo al espacio en sí sino a las personas que están en él. Algo parecido había sentido a través de la técnica actoral Michael Chejov con la que trabajo. Suelo explorarlo con el espacio pero nunca antes lo había experimentado con las personas que habitan ese lugar. Y yo me pregunto, ¿Cómo sería llevar esta actitud al patio de butacas?, como decía Federico García Lorca “¿Cómo sería llevar el olor del mar al patio de butacas?”. Siendo actriz, soy muy tímida, y muchas veces he sentido terror con la entrada de público y me he cerrado a él en lugar de abrirme. Estoy con ganas de probarlo cuando la vida me devuelva de nuevo a las tablas. Y abrazar a los espectadores.
María Bigeriego